ALICANTE, CAPITAL MATIZADA: HECHOS DE 1850

Por Antonio Adsuar Saludos amigos alicantinistas, Ya finalizamos Enero. Nuevo año, como veis nueva foto de perfil y ánimo renovados. Nuestro club de lectura la Terreta continúa pese...

Por Antonio Adsuar

Saludos amigos alicantinistas,

Ya finalizamos Enero. Nuevo año, como veis nueva foto de perfil y ánimo renovados. Nuestro club de lectura la Terreta continúa pese a las dificultades, ahora online. Además quiero anunciaros que he empezado a colaborar con el excelente diario «Alicante plaza», donde escribiré 2 columnas de opinión a la semana.

Además he empezado a trabajar materiales para manufacturar un libro sobre la historia de la terreta desde la edad media hasta 1983. Todo un reto, ya veremos como sale. Mientras me embarco en todas estas aventuras sé que tengo que hacer un esfuerzo para no parar el blog. Es la piedra angular de mi proyecto, mi work in progress, la base del libro.

Y aquí estamos de nuevo, hoy dispuesto a contaros el final de la primera mitad del siglo XIX en la provincia de Alicante. Mientras que los últimos dos post tuvieron un carácter más estructural y se centraban en la construcción de unas nuevas élites, esta entrada tendrá un cariz más misceláneo y recogeremos sobre todo hechos, datos, realizaciones. ¡Allá vamos!

Gracias sobre todo a su capitalidad política, conseguida y consolidada a raíz de su designación como capital provincial, y a la génesis y articulación de la Diputación, la ciudad de Alicante ganará poder y relevancia en nuestra ámbito de la Terreta. No obstante, su liderazgo conocerá matices.

Siempre ha sido, fue y es, nuestra tierra policéntrica. Aunque en 1851, de resultadas del nuevo concordato del gobierno de España con la Santa Sede, la capital del Obispado, al tener que coincidir con la capital de provincia, debe pasar de Orihuela a Alicante, la capital de la Vega baja se resiste y sigue teniendo una relevancia cultural y educativa notable, aunque en declive.

Elche y Alcoy viven en el XIX su auge industrial (la primer más hacia el final del siglo) y su relevancia económica las ayuda a rivalizar con Alicante. Alcoy estuvo a punto incluso de convertirse en capital de nuestra provincia. Valencia, a pesar de la desaparición de su antiguo Reino, sigue siendo una referencia en lo judicial y en lo militar, al estar situadas allí las instancias superiores a Alicante en estos ámbitos.

Paseo de la Reina de Alicante

Un poder, como vemos, no total, el de la urbe del Benacantil. Sin embargo la Dipu se ha puesto en marcha y es en el período de calma de la década moderdada (1844-54) cuando despega en sus realizaciones: su inversión en carreteras empieza a ser relevante y  se va construyendo una red radial entorno a la ciudad-capital. A todo esto se deben sumar tres poderes muy importantes: la Dipu es el árbitro en las siempre enconadas disputas por los lindes. Así mismo reparte entre los municipios las contribuciones clave cuya cuantía el Estado determina para la provincia de Alicante. También decide cuantos hombres de cada pueblo deben acudir al ejército, condicionando de esta manera las temidas «quintas». Potestades efectivas, determinantes, terribles y decisivas.

Había que tener influencia en Alicante, todos los pueblos de la provincia lo tenían muy claro. Pasemos a relatar un par de episodios muy interesantes. En estos años 1850 Alicante padecía una terrible pandemia de cólera.

Ayudando al pueblo a riesgo de su vida fallece en 1854 un personaje muy querido por el pueblo alicantino: Trinitario González de Quijano, gobernador civil que pese a su origen vasco y su muy reciente incorporación al cargo, no dudó en auxiliar a la gente personalmente con funestas consecuencias personales. La ciudad de Alicante, en agradecimiento, le dedicó un panteón muy cercano a la plaza de toros.

Quijano

Quiero relatar un para concluir este post el proceso que llevo a conseguir la declaración por parte del Estado del puerto de Alicante como de interés general, que se dio en 1855. Este logro se pudo dar a pesar de la enésima disputa con Valencia, que se opuso firmemente a que el puerto de Alicante alcanzara una rango legal que deseaba en exclusiva para el suyo.

Pensemos que justo en estos años ambas ciudades costeras estaba pugnando por ser la primera ciudad marítima que tuviera conexión con Madrid. A favor de que la rada alicantina fuera declara de interés general se posicionaron la Diputación de Alicante, el Ayuntamiento, la sociedad económica de amigos del país de Alicante y la Junta de comercio. También la Diputación de Madrid apoya esta causa, considerando que el puerto de Valencia no es adecuado ni operativo al tener peores condiciones naturales y obstruirse periódicamente con las venidas del Turia.

Sin embargo el cap i casal consigue, gracias a la mejor labor de sus «lobbies» en la capital de España, antes que Alicante la declaración de puerto de interés general. Parece que Alicante no va alcanzar este rango. No ha contado con un apoyo suficiente de su provincia, que no siente el proyecto como propio. No obstante, el ferrocaril entra en la ecuación y cambia la situación.

Al decidirse en última instancia que el primer tren Madrid-costa será el que llegue a Alicante nuestro puerto sí es en última instancia declarado de interés general en 1855. El tren llegará en 1858 y significará un gran cambio en la vida alicantina. La buena labor en Madrid como grupo de presión del ayuntamiento y del Marqués de Salamanca fueron decisivos en esta peripecia.

El tráfico portuario se vio muy beneficiado por la declaración de interés general de 1855 y por las sinergias que se dieron con el tren. Su tráfico comercial duplicó su volumen en los años 1858 y 1864. Terminamos aquí nuestro repaso a algunos episodios relevantes de mitad del novecientos.

Pronto, si el trabajo de Instituto me lo permite, y las 1000 iniciativas alicantinistas en que ando metido(tal vez me he pasado, ejej), aparecerán en vuestras pantallas las vivencias de la millor terreta del món en la segunda parte del siglo XIX.

Cuídaos muchos.

Por Antonio Adsuar

*Fuentes principales: «Historia de la provincia de Alicante», ed. Mediterráneo, «Historia de la ciudad de Alicante», ed. Ayuntamiento de Alicante (1990)

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