¡LLEGA EL FERROCARIL A ALICANTE!: EL LOGRO DE 1858

Por Antonio Adsuar Hola a todos, En la entrada de hoy os quiero relatar los hechos que llevaron a Alicante a conseguir uno de sus mayores logros: el...

Por Antonio Adsuar

Hola a todos,

En la entrada de hoy os quiero relatar los hechos que llevaron a Alicante a conseguir uno de sus mayores logros: el de ser la primera capital de provincia costera que enlazara con Madrid.

Este hito, como podéis imaginar, revolucionó de manera extraordinaria la vida económica y social de la urbs del Benacantil.Me centraré en los acontecimientos y procesos que llevaron a poder inagurar esta línea férrea en 1858.

Debemos tener en cuenta en primer lugar que históricamente Alicante y su puerto eran la mejor salida a mar para Madrid y el centro de la península, para Castilla en definitiva.

La meseta se atravesaba fácilmente y se llegaba al corredor del vinalopó que permitía sin muchas dificultades transitar hasta el mare nostrum.

La geografía, hemos de destacarlo una vez más, es vital, es la que define a Alicante. Es el espacio y su configuración natural la que une Alicante con Madrid, que es el poder, que es el Estado, que es el epicentro de la nación, desde donde se construye España.

En la Península Ibérica los trenes empezaron a aparecer, con cierto retraso en relación a la Europa más avanzada, a mediados del siglo XIX. En 1848 el primer ferrocarril construido unió Barcelona con Mataró (aprovecho desde estas líneas para saludar a mis lectores mataroninos; Mataró es una ciudad en la que he trabajado varios años como profesor y tengo de ella un gran y grato recuerdo)

Tras la apertura de esta primera línea se piensa enseguida en enlazar Madrid y la costa. Son varias las candidatas: Valencia, Alicante y Cartagena, fundamentalmente.

En 1845 se concede a Don José de Salamanca la primera línea hacia el mediterráneo que se inicia uniendo Madrid y Aranjuez en 1851. También el ya mencionado Marqués de Salamanca gana el concurso y se adjudica la conexión Aranjuez-Almansa, que se finaliza en 1857.

Todo avanza con relativa rapidez pero aún no está decidida que ciudad será estación marítima-término. Valencia está a 490 km de Madrid. Este tramo tiene que salvar la dificultad añadida del puerto de Cabrillas.

Alicante, a tan solo 455 km, tiene ventajas orográficas evidente al existir un histórico y franco paso por ya mencionado corredor del Vinalopó.

El importante puerto de Alicante, muy superior en tráfico al de Valencia en aquellas fechas, y la tradicional vinculación de la capital con la rada alicantina acaba de inclinar la decisión.

Alicante será la elegida. Como ya dijimos esta sinergia puerto+ferrocaril será clave para la declaración de puerto de interés general que se concede a nuestra ciudad en 1855.

Llegados a este punto cabe destacar el buen hacer de una figura clave: el marqués de Río florido, alicantino y senador, que consigue la concesión del tramo Almansa-Alicante.

El bienio progresista, como también analizamos ya en esta bitácora digital, había impulsado en 1855 con la ley general de ferrocarriles de 1855 la entrada de capital extranjero que financiara los caminos de hierro en España.

El capital francés, inglés y Belga, muy acostumbrado a invertir en Alicante gracias a las vinculaciones históricas de los comerciantes foráneos con nuestro puerto, tan cosmopolita, financia las obras del tren.

El marqués de Salamanca cede el derecho de su línea mediterránea a las empresas del financiero Rothschild, creándose posteriormente la importante compañía MZA (Madrid-Zaragoza-Alicante).

En 1858, finalmente, el ferrocarril llega a Alicante. La propia reina Isabel II realiza el viaje inaugural.

El marqués de Salamanca, triunfante, es nombrado hijo adoptivo de la provincia de Alicante.

La llegada de este vital medio de transporte fue importante para la terreta en muchos sentidos. Fue celebrada como hito de modernidad y progreso; abarató además el transporte de mercancías al llegar las vías del tren a los muelles del puerto.

Las mercancías que se movieron de Alicante hacia Madrid siempre fueron el doble de las que se movieron de Madrid hacia Alicante, ya que lógicamente nuestra ciudad era un puerto de tránsito para el gran mercado de consumo de la capital.

El número de pasajeros creció muy rápido y las clases altas de Madrid pronto se mostraron muy interesadas en las bondades del invierno mediterráneo. Aparecieron numerosos balnearios en Alicante, que fue un destacado destino del llamado turismo de invierno en esta época.

Aunque la creación de la línea Madrid-Barcelona en 1866 hizo disminuir la importancia de nuestra línea al tener la ciudad condal un destacado puerto, nuestra red se fue completando con la conexión con Murcia que se terminó en 1885, de la mano de los denominados ferrocarriles andaluces.

En cuanto a la vertebración interna del territorio valenciano hemos de lamentar que los proyectos de unión Alicante-Alcoy nunca llegaran a buen puerto, hecho que evidencia la falta de articulación de una burguesía provincial con metas comunes.

Sí se abrió el tren Alcoy-Gandía en 1892, vertebrando a la ciudad téxtil en mayor medida con la provincia de Valencia.

Por lo tanto y aunque es evidente que no todo fueron buenas noticias y que Alicante no se vertebró igualmente con todos los territorios, debemos dejar clara la total relevancia del ferrocarril Madrid-Alicante para la terreta.

Un éxito político y económico que reforzaría el carácter liberal y librecambista de la urbe del Benacantil y que permitiría su progreso y su mayor vertebración con la capital, desde donde se estaba construyendo el mercado común español en el siglo XIX.

Con esta reflexión final me despido amigos. ¡Viva Alicante, viva el progreso!

Por Antonio Adsuar

*Fuentes principales: J.Giner Pastor, «El ferrocaril Alicante-Madrid en el siglo XIX», ed. Caja de ahorros provincial, «Historia de la provincia de Alicante», ed. Mediterráneo, «Historia de la ciudad de Alicante», ed. Ayuntamiento de Alicante (1990)

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