ALICANTE, CAPITAL DEL REINO: LA GUERRA DE INDEPENDENCIA EN LA TERRETA

Por Antonio Adsuar Buenas a todos, Tras ofreceros la semana pasada un post sobre la creación de la provincia de Alicante y su importancia en el siglo XIX,...

Por Antonio Adsuar

Buenas a todos,

Tras ofreceros la semana pasada un post sobre la creación de la provincia de Alicante y su importancia en el siglo XIX, comienzo con esta entrada una serie que recorrerá cronológicamente el novecientos en la ciudad de Alicante y en la terreta en general.

En el artículo de hoy nos centraremos en nuestra capital provincial y en aquello que aconteció en un momento clave para la historia de España: la invasión francesa de 1808 y la guerra que se desencadenó a raíz de esta en todo el país, conocida como guerra de la Independencia o guerra del francés. Andiamo presto!

Batalla en Castalla el 1812

Los galos, en un contexto en el que Napoleón expandía la revolución francesa y sus valores conquistando toda Europa, se apoderaron de nuestro país con relativa facilidad. ¿De todo?…no! Algunas pequeñas aldeas hispánicas se resistieron a la conquista.

Es bien sabido que la más importante de estas numantinas ciudades fue Cádiz, puesto que allí se debatió y aprobó la Constitución de 1812, conocida con el nombre de esta urbe o también como «la pepa».

Pues bien, otra de las plazas que tuvieron el honor de resistir al extranjero fue nuestro Alicante, que no fue nunca tomado por las tropas francesas. Este es un dato tan interesante como desconocido por la gente de urbe del Benacantil y de su provincia.

Este hecho, creo, no es una mera anécdota. Nos muestra de nuevo la fortaleza defensiva de la ciudad y su carácter estratégico, de una importancia militar y comercial fundamental. Añadiría además que las similitudes entre Cádiz y Alicante y su evolución histórica paralela merecerían un artículo, a mi modo de ver.

Pero expliquemos más en detalle los acontecimientos concretos y sus consecuencias tangibles. La ciudad se preparó para un sitio largo y fue en esta época cuando se construyó el castillo de San Fernando (que debe su honor al deseado rey Fernando VII) para evitar que los franceses tomaran esta colina estratégica y desde ella bombardearan la ciudad.

Aunque el Mariscal Suchet tomó Valencia en 1812 y Alicante fue muy brevemente sitiado, la resistencia de la ciudad, que no se rindió, y las prioridades del ejército galo, que no tenía un especial interés en ganar nuestra plaza, determinaron que Alicante quedara libre de las huellas francesas.

Sí se desarrollaron en las actuales tierras de la provincia de Alicante importantes batallas, como aquella que tuvo lugar en Castalla y que se saldó con una importante victoria francesa.

Pero cualquier guerra también tiene repercusiones en el orden interno de las villas y Alicante no fue una excepción en este caso. Por una parte, tal y como pasara en otras guerras de otros siglos como en la guerra civil española, a nuestra ciudad se desplazaron numerosos refugiados de otros lugares de la Península Ibérica.

El castillo de San Fernando se construyó en 1809

Por otra parte, observamos como las élites tradicionales se organizan rápidamente para no perder el control de la ciudad creando una junta local para coordinar los esfuerzos bélicos dirigida por el Conde de Lumiares.

Tengamos en cuenta que las oligarquías estaban tan preocupadas por la posible revuelta popular contra ellas que pudiera darse en el contexto de esta guerra de la Independencia como por la propia invasión gala. Las élites temián que el pueblo español, tan tradicionalmente maltratado por ellas, pudiera tomar ejemplo del francés y acabar con su poder centenario.

Por este motivo, en una respuesta cerrada y unánime los cosecheros, terratenientes y comerciantes más poderosos de la villa impidieron que las clases populares participaran directamente en la junta local de gobierno y protegieron a los comerciantes franceses (entre ellos a la familia Maisonave) de la furia de la plebe.

Y es que es la propia oligarquía del antiguo régimen la que irá aceptando los cambios que traen en un primer momento la reforma liberal de la Constitución de Cádiz de 1812 y de los régimenes liberales subsiguientes. Solo algunas de las familias más duras y ligadas a los antiguos usos y a la iglesia se resistirán y apoyaran posteriormente al carlismo en nuestras comarcas de Alicante.

Por todo ello, como ya comentamos en anteriores posts, cabe hablar en el caso español de una revolución burguesa pasiva, incompleta y carente de radicalismo y participación popular.

¿Cuál fue la institución más poderosa de este momento especial de la historia alicantina? A pesar de que existía como dijimos una junta local de gobierno era la coorporación municipal la que realmente condensaba la mayor parte del mando efectivo.

Pensemos que en estos años no existía aún la Diputación. Como dato curioso diremos que durante el breve período que va de la caída de Valencia en 1812 hasta el final de la guerra en 1814 Alicante fue de facto capital del Reino de Valencia ya que las autoridades de la Junta Suprema del Reino se refugiaron en nuestra ciudad al caer el «cap i casal» en manos galas.

No obstante, la confusión era grande y se vivía al día, tratando cada cual de informarse sobre la evolución del conflicto y proteger sus intereses particulares de la mejor manera posible.

Realicemos, ya para terminar este post, una valoración sobre la importancia de la paz para una urbe como la nuestra, que siempre vivió por y para el comercio. Ya con la declaración de guerra de la monarquía española a la República francesa en 1793 se inaguraba un final del siglo XVIII y un principio del siglo XIX plagado de conflictos que, al teñir el mar de sangre, perjudicaron enormemente nuestro comercio marino.

El capital huye del mar y se refugia en la tierra, dañando enormemente la economía alicantina. Hemos de pensar en la repercusión que tuvieron para nuestra terreta las derrotas españolas en el mar, como por ejemplo aquella que tuvo lugar en Trafalgar en 1805 cuando Inglaterra destrozó la flota hispano-gala con el admirante Nelson a la cabeza.

Y es que la ciudad, su élite comerciante y cosechera, vivía sobre todo para proteger sus intereses comerciales y por lo tanto anhelaba la paz y defendía a ultranza el liberalismo. Por ese mismo motivo las clases altas alicantinas serán de las más avanzadas de España en materia de pensamiento.

Aunque los condes, nobles y los terratenientes de siempre no soltaran el poder sí estaban muy interesados en nuestro caso en el progreso liberal de España y apoyarán los esfuerzos que en este sentido realizará Isabel II y su regente a partir de 1833.

En definitiva, podemos concluir afirmando que, si bien la ciudad no sufrió la invasión francesa, sí padeció la guerra en tanto en cuanto esta dañó al comercio. La guerra del francés también tuvo efectos de aceleración del tiempo histórico en una España que era antigua pero dejaba de serlo en parte, impulsada hacia la modernidad por la ola francesa.

Alicante, después de todo, se verá favorecida del empuje liberal de la Constitución de Cádiz, que, aunque no afianzará inmediatamente el liberalismo en España, sí será la semilla de una modernidad que dé cobertura y haga crecer esta ideología en nuestro país sobre todo a partir de 1833.

Espero que os haya gustado la entrada compañeros ¡Viva Alicante!

Por Antonio Adsuar

*Fuentes principales: «Historia de la provincia de Alicante», ed. Mediterráneo, «Historia de la ciudad de Alicante», ed. Ayuntamiento de Alicante (1990)

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